Cuales con las motivaciones que nos empujan a empezar un curso de idioma?
Decidimos de estudiar un idioma porque es necesario para emprender una profesión o para avanzar en ella. Porque queremos viajar al país donde se habla el idioma y necesitamos comunicar por lo menos para cumplir con las necesidades más básicas.
Como niños y adolescentes debemos estudiar los idiomas porque así lo requiere
el programa del colegio o el plan de estudio de la carrera que estamos cursando.
Así que estudiamos los idiomas porque es útil o necesario.
Pero existe además una tercera motivación para aprender un idioma, la más poderosa y eficaz a la hora de lograr resultados. Es la motivación del placer.
Estudiamos por placer cuando elegimos estudiar el idioma para perseguir nuestras pasiones o afectos. ¿Algunas vez experimentaste la facilidad de aprender un idioma si en ese momento era necesario para comunicar con la chica extranjera de quien estabas enamorado? Cuanto fue más liviano y rápido?
Estudiamos con placer cuando las actividades del curso son interesantes, variadas, nuevas y cuando la relación con el docente es segura y agradable.
Los neurocientíficos relacionan la motivación del placer con el hemisferio derecho del cerebro, el que gobierna la integración y la síntesis.
El hemisferio izquierdo, que controla la lógica y el lenguaje, responde sobretodo a las motivaciones del deber y de la necesidad. Cuando los dos hemisferios están óptimamente sintonizados y colaboran, se crea una alianza potentísima para lograr el aprendizaje.
Como docente trato de no olvidarme de este aspecto tan significativo. Cuido que el estudiante asocie al estudio el placer, sienta satisfacción en su camino con el nuevo idioma, en las actividades en clases y en la realización de ejercicios y tareas en casa.
Por eso elijo temas y textos que sean relacionados con los ámbitos de interés del estudiante, sus afectos, hobbies, pasiones, valores. Todo tipo de estímulos pueden ser utilizados para la didáctica, por que estos son siempre los más eficaces.
Otro punto significativo es el rol de las emociones en el aprendizaje en general y de los idiomas en particular.
Emociones como la frustración o la ansiedad pueden obstaculizar el aprendizaje, mientras que emociones placenteras lo hacen más fácil y rápido.
Han encontrado que en un estado de serenidad se producen en nuestro cerebro neurotransmisores que facilitan la fijación de las nuevas informaciones en la memoria a largo plazo. Cuando se vivencian emociones desagradables las nociones quedan almacenadas en la memoria a corto o mediano plazo y no se les permite incorporarse de manera estable y ser adquiridas por la persona.
Experimentamos placer cuando estudiamos un idioma en muchas y diferentes maneras.
- El placer de aprender y conocer es primario; estudiando los idiomas, en cualquier edad de nuestra vida, podemos satisfacer estas necesidades básicas de todo ser humano.
- La variedad da placer, el cimentarse con diferentes practicas, textos, ejercicios. La curiosidad por el imprevisto, el insólito, lo novedoso estimula la mente, la activa.
Es tarea del docente evitar al aburrimiento de la repetición de las mismas actividades.
- Aprender algo nuevo siempre es un pequeño o grande desafío para el estudiante, está acompañado por el placer de probarse a sí mismo. Lograr los objetivos da satisfacción.
- Descubrir las reglas, llegar a tener una comprensión del idioma extranjero, como la que naturalmente tenemos de nuestra lengua madre, aumenta el autoestima. El docente ayuda al estudiante en cada etapa a autoevaluarse, a reconocer sus logros y a apreciarse por ellos.
Este articulo es una exhortación a poner en primer plano “el placer” a la hora de elegir estudiar un idioma. Y cuando “debemos” aprender un idioma por necesidad, no nos olvidemos que siempre es posible cultivar también el disfrute.
Febrero 2016
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