Es el punto más estrecho de la península: poco más de 30 quilómetros separan la costa jónica de la tirrena, donde se encuentran espléndidas playas, colinas, relieves, pero también los testimonios de más de 5000 años de asentamientos humanos. Si queréis asombraros, visitad la Calabria: un cofre de naturaleza, historia y arte que os dejará con la boca abierta.
La naturaleza
Las bellezas naturales son numerosísimas y es imposible enumerarlas todas, pero no se puede no nombrar el Parque Nacional del Aspromonte, que presenta una gran variedad de especies animales, entre la cuales el lobo, y, aún más, vegetales: ¡bien 1500 tipos de plantas en un único ambiente natural!
Para quien, de lo contrario, prefiere el mar, las playas son verdaderas joyas, con golfos y ensenadas, escollos y pinares que enmarcan el mar límpido de un azul intenso. Suficiente con citar la rambla del Falcomatà, en Reggio Calabria, definida nada más y nada menos que “el quilómetro más bello de Italia”. Por un lado se goza de la vista de los árboles del paseo marítimo, por el otro la mirada abraza la cercanísima Sicilia.
La historia
La Calabria ha sido habitada desde la más remota antigüedad: además de los restos paleolíticos atribuidos al Homo erectus, se han encontrado las reliquias de variados asentamientos del Mesolítico y Neolítico, para luego seguir con la Edad del Bronce, testimoniada por la necrópolis de Sant'Onofrio, cuyos hallazgos están ahora expuestos en el Museo Arqueológico Nacional de Reggio Calabria, dicho también Museo de la Magna Grecia.
Entre el 744 y el 680 a.C., colonos griegos de varias procedencias fundaron numerosas ciudades en el territorio: la primera fue Rhegion, el actual Reggio Calabria, que rápido fue seguida por la “hermana” Zancle, la actual Messina, al otro lado del estrecho; la última fue Locri Epizefiri, hoy Locri. Mientras tanto surgieron, entre las demás, la riquísima Sibari y la poderosa Crotona. Tadavía se pueden admirar los restos del templo de Hera Lacinia en Crotona y, sobre todo, las amplísimas excavaciones de Locri Epizefiri, con un teatro, algunos santuarios y mucho más.
Los Bronces de Riace
Pero la Calabria es famosa sobre todo por los celebérrimos Bronces de Riace, entre la poquísimas estatuas en bronce preservadas intactas, y sobre cuya factura e identidad los estudiosos se interrogan desde hace casi 50 años. Los magníficos bronces se pueden admirar en el Museo Nacional de la Magna Grecia.
Romanos y Bizantinos
Del siguiente período romano hay traza en la villa de Casignana, con sus ricos mosaicos. Acabado el imperio romano, por más de cinco siglos, a partir del 544 d.C., la Calabria fue dominada por los griegos bizantinos, que han dejado en Santa Severina un Baptisterio, el más antiguo monumento bizantino de Calabria, y en Rossano, la “perla bizantina del Sur”, la Abadía de Santa María del Patire y la Iglesia de San Marcos.
La historia siguiente
Siempre en Rossano, como también en Altomonte y Gerace, se pueden admirar las arquitecturas de los franceses angevinos, que tomaron el control desde el siglo XIII. Mientras que el siguiente dominio aragonés está testimoniado, por ejemplo, por el Castillo Aragonés en Reggio Calabria.
Al periodo aragonés remonta también la comunidad albanés que desde el 1478 se movió a Calabria para huir de la avanzada turca, llamada Arbëreshe, que todavía guarda celosamente el idioma y la religión tradicional.
Y así sucesivamente, por cada fase de su historia la región posee siempre alguna belleza para lucir. No existe otra forma mas la de dejarse fascinar por la Calabria: un cofre de naturaleza, historia y arte capaz de encantar a cualquiera.
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